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“El hecho de que algo sea habitual no significa que sea justo ni pedagógicamente acertado.”
Hoy me he encontrado con una noticia que, como profesional de la educación, no me ha dejado indiferente:
«Familias y expertos piden acortar las vacaciones de verano y ‘racionalizar’ los horarios escolares en España»
Solo con leer el titular, ya me resulta, como mínimo, inquietante. ¿»Familias y expertos»? ¿Dónde queda la voz del profesorado, de los profesionales educativos que estamos día a día en las aulas? Tal vez tengamos criterios pedagógicos y experiencia suficientes como para contribuir a un debate tan delicado como este.
“Opinar es legítimo; decidir requiere conocimiento.”
Profundizando en el contenido, el vicepresidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado declara que «el calendario escolar se negocia entre los sindicatos y la Administración; las familias no tenemos ninguna voz ahí».
¿Y si esa falta de participación tuviera algo que ver con la carencia de argumentos pedagógicos sólidos? ¿Estamos planteando que las familias decidan, entre otras cosas, sobre el horario y la jornada laboral del personal docente?
“Lo complementario no debe suplantar lo esencial.”
El artículo también menciona el debate sobre los comedores escolares, concretamente que no son gratuitos. Desde mi punto de vista, el comedor es un servicio complementario y voluntario, por lo que no debería ser sufragado de forma generalizada por la Administración educativa. Otra cosa sería si fuera un servicio obligatorio.
Además, convendría revisar y reformular los criterios de bonificación, ya que —desde mi experiencia como director de centros educativos públicos— las condiciones actuales abarcan a un número excesivamente amplio de familias. Sería más adecuado revisar y estudiar criterios más específicos y rigurosos, incluyendo los casos vulnerables, como las situaciones de exclusión social.
“Educar también implica cuidar el entorno en el que se aprende.”
Volviendo al tema central: acortar las vacaciones de verano. Más allá del debate pedagógico, ¿alguien ha tenido en cuenta las condiciones físicas de los centros educativos? Muchos edificios no están preparados para soportar las altas temperaturas que, por ejemplo, se registran en el sur de España.
En ciudades como Córdoba o Sevilla, ya resulta complicado mantener la actividad escolar en el mes de junio. Y eso que, en algunos casos, la Junta de Andalucía ha realizado esfuerzos para instalar sistemas de climatización adiabática. Pero la realidad es que la mayoría de centros siguen sin condiciones adecuadas para funcionar durante el verano.
“Cuando la escuela se convierte en guardería, el aprendizaje pierde profundidad.”
En el fondo, lo que subyace en esta propuesta no es una preocupación pedagógica, sino una necesidad legítima: mejorar la conciliación familiar. Ahora bien, ¿debe esa carga recaer sobre la escuela?
Desde mi experiencia como director, he visto niños que llegan al centro a las 7:30 h (aula matinal), permanecen en clase de 9:00 h a 14:00 h, comen en el comedor de 14:00 h a 16:00 h, y después realizan actividades extraescolares hasta las 18:00 h.
Eso suma casi 12 horas diarias en la escuela. ¿Nos parece razonable?
“Conciliar no es delegar más en la escuela, sino rediseñar la vida laboral.”
Nos quejamos —con razón— de jornadas laborales abusivas para los adultos, pero no nos escandaliza que muchos niños tengan días más largos que sus propios padres.
Conciliar no significa que los niños estén más tiempo en la escuela. Significa que los adultos puedan estar más tiempo con sus hijos.
Y ahora te pregunto a ti, lector:
📣 ¿Qué opinas sobre este tema? ¿Crees que reducir las vacaciones de verano y alargar la jornada escolar es la solución adecuada para conciliar?
Te invito a dejar tu comentario y enriquecer el debate. Porque solo cuando escuchamos todas las voces, incluidas las del aula, podremos hablar realmente de educación de calidad.